Hace días que no publico nada. Y no es porque no ocurran cosas, la verdad. Ayer mismo, sin ir mas lejos, otro intento de amordazar voces libres y críticas. Alguien debería decirles a estos tiparracos que usar el sistema judicial como arma arrojadiza está feo. Muy feo. 

Y la cosa no termina aquí. Está calentita alrededor de todo el globo. Aquí, en el viejo continente, nos jugamos el todo por el todo esta misma semana, si no se salen con la suya los trileros pagados desde la tierra de Mickey Mouse. Pero a estas alturas, creo que todos sabemos ya "donde está la pelotita". Y en el otro lado del charco, mas de lo mismo. Y al mismo precio, oiga.

Y es que están a 0,2 de llamar terroristas a los internautas. Que con la tontería, buscan pisotear derechos fundamentales que tenemos los ciudadanos: la libertad de expresión y nuestra privacidad. Aunque sea poniendo como excusa que quieren protejernos. Ni que sea de virus y malware. El tema es hurgar en nuestras vidas. Controlar nuestras actividades.

La ambición no tiene límites. El afan por controlar la cultura es algo que roza la línea de la pornografía. Desde dentro, quiero decir. Porque lo que es cruzarla, está claro que la han cruzado. Desde las peticiones de recabar IPs de usuarios P2P para cerrarles la conexión a internet y poder demandarles a gusto por el grave delito de hacer circular gratuítamente conocimientos a pedir indemnizaciones por copiar obras de autores que ni siquiera representan.

Control de la cultura, dinero y poder. Mal vamos por ese camino.



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